top of page
Alejandra Naranjo Carbajal

Construyendo DanzAdy: Entrevista a Ady Illán

ALEJANDRA NARANJO | FILOLETRAS

28 DE ABRIL 2023

Primeros pasos


Ady Illán es belly dancer y pionera en la enseñanza de este tipo de danza en Tlaxcala. Hace poco detuvo su presencia como docente en el aula y como bailarina en los escenarios, tras mudarse a Monterrey. En esta entrevista nos comparte cómo fue su transitar en la danza y lo que es volver a ser alumna.



“Empecé desde chiquitita, desde los tres años, más o menos. Siempre me metieron a clases de ballet y de jazz. Tomé clases de jazz desde los tres años hasta los 11.”

Por lo tanto, sus bases en la danza son formadas en el jazz.


Los inicios en la danza de la maestra empezaron desde muy niña, tomando cursos de verano ofertados por el DIF, complementando su formación con la Danza Moderna, donde aprendía coreografías con canciones del momento, así como practicando salsa.

Cada año ella obtenía una beca por parte de este organismo, que le permitía tomar clases de otras disciplinas, gracias a ello, comenzó a formarse en Danza Polinesia y así empezó a reconocer la soltura de la cadera. Esta última disciplina acompañó a miss Ady hasta los 20 años.


“Pasados los años, en Estados Unidos, conocí a una chica proveniente de Nepal. Ella me enseñó los movimientos de la danza oriental, la danza del vientre, el raks sharki y me enamoré.”

Ady Illán tenía 22 años y tuvo este acercamiento con movimientos básicos: shimmies, movimiento de torso, brazos de serpiente y malla u ocho vertical.


A los pocos meses de este encuentro, Ady volvió a México, estando en la CDMX comenzó a tomar clases, talleres y seminarios sobre esta danza.


Durante el 2007 a 2008, estaba en efervescencia el fenómeno Bellydance Superstars, agrupación de belly dancers estadounidenses que se presentaron alrededor del mundo.

“Cada vez que veía que venían a la CDMX o a nuestro país me iba a sus seminarios [refiriéndose a las Bellydance Superstars]. Traté, traté en la medida de lo posible de que no se me escapara ningún artista o bailarina a quien yo admirara.”


Ady cuenta que siempre fue una bailarina muy metódica y autodidacta, nunca tuvo un maestro o maestra regular, así aprendiendo esta danza sobre la marcha y gracias a distintos maestros, bailarines y hasta de los discos que compraba en los seminarios de las bailarinas estadounidenses, repitiendo y perfeccionando hasta el cansancio las rutinas.


La epifanía


En 2009, la maestra vio en la cartelera del Teatro Xicohténcatl un anuncio de la próxima presentación del Ballet HOREB de Beatriz Balderrama.


“Cuando veo a esta compañía, HOREB, me remonto a mi época de bailarina solista.”

Ady durante su formación como bailarina de Danza Polinesia formó parte de un ballet en el que se consolidó rápidamente como primera bailarina, haciendo esfuerzos extra como la limpieza del salón o haciendo ahorros para comprar los trajes para las presentaciones y ganándose la enemistad de compañeras, debido a la envidia.


“Cuando vi eso [a la compañía HOREB], me remonto, y digo, si mi maestra de polinesio pudo con su compañía, con tantas alumnas y las llevaba al escenario yo puedo hacer eso.

Era entre una emoción, y una desesperación, y una frustración y decir: yo quiero hacer eso.

Llegué a mi casa y no dormí tranquila, nunca más, hasta que hice mi propia compañía.”

La maestra comenzó a tocar puertas en gimnasios para ofrecer su servicio como maestra de danza árabe, además de contar con certificaciones de spinning y zumba.

“Toco puertas… Se me cerraron varias puertas.”

Ady recuerda que, durante estos llamados para dar clases de zumba, de spinning y de belly no fue valorada su labor, además de haber sido tratada de formas despectivas y estar atravesando situaciones personales difíciles.

“[Decían] eres un fracaso para esto (…) pero ver a tus dos hijas chiquitas creer en ti fue de: yo puedo. Aunque por dentro fue una cuestión que te quema, entre frustración, enojo, coraje, humillación.”

Tras una ocasión en que ella y su trabajo fueron rechazados de cierto gimnasio en Tlaxcala, Ady cuenta que esa tarde salió llorando a dar vueltas con su vochito por las calles del centro, en eso apareció una academia que se llamaba AFAC.


“Si eres instructora de danza árabe te necesitamos aquí en el equipo.”

Ady, dudosa y con la incertidumbre de saber si otra puerta sería cerrada se acercó a esta compañía de instructores, pidió informes y al otro día se presentó para dar su clase.

“Les encantó. Me dijeron: ¿sabes qué?, les gusta mucho tu clase, ¿por qué no vienes tal y tal día?”


Así comenzó a involucrarse más en el mundo de ser instructora de fitness y danza árabe.

Tras realizar un proyecto de curso de verano y presentar a sus alumnas ante público, al termino de esta presentación, las distintas chicas que habían tomado clase con Ady ya le preguntaban sobre dónde continuar.


Ady no supo qué responder, pero ese momento, coincidió en que otros de sus compañeros, bailarines de salsa y bachata, empezaron a rentar un espacio en la Av. 20 de Noviembre, en el centro, ellos que estaban presentes durante el show de clausura del curso la invitaron a dividir la renta y compartir el espacio con ellos.

“Anoté en varios papelitos la dirección. Aquí las veo en un mes [les dijo].”

Ahí comenzaron los inicios de DanzAdy, la academia de miss Ady, con ninguna alumna el primer mes, a pesar de haber visto el gran interés después del show de clausura de curso de verano, donde varias madres y alumnas estaban muy entusiasmada en seguir.


Ady volanteó en las calles principales de la ciudad y así empezaron a llegar chicas a su academia.

Al rato, decidió rentar el local que se encontraba en frente de donde estaba.


A pesar del comienzo en que Ady no tenía alumnas y sus clases eran pagadas de forma muy simbólica, aprendió también sobre el giro de negocio que conlleva tener una academia.

“Sinceramente, la experiencia más grande que tuve fue eso: a tener mi propio negocio a través del arte, a través de la danza.”

Rápidamente, las clases de Ady comenzaron a ser conocidas y su calidad pagada, posicionándose como una de las academias que mayor remuneración por mensualidad obtenía. Aunque, con mucha exigencia de por medio, sin vacaciones o descansos y manteniendo siempre un buen trato con las clientas.



Dentro de las clases, Ady esperaba generar un lugar agradable, estando en contra de métodos en que se viera lastimada la autoestima de sus alumnas, dar una experiencia de vida desde una perspectiva interna, sin limitarse solamente a tener la satisfacción de lograr el dominio de un movimiento, si no que, tomarán en cuenta el dominio personal, mental, físico y espiritual.

“Si tú te demuestras a ti mismo que puedes lograr eso, puedes lograr lo que quieras.”

Este tipo de actitudes las cultivaba ya que, Ady explica:

“Subirse a un escenario no es cualquier cosa. Te tienes que despojar de todos tus prejuicios y rollos mentales para ser alguien en el escenario, para brillar y para transmitir algo. Además, a través de la danza, expresas lo que se te de la gana, sin que nadie te juzgue. Es una cuestión de libertad. Son tantas cosas. Sobre todo, la disciplina, porque si algo yo tengo muy claro es que la disciplina lo es todo para lo que tú quieras lograr. La disciplina y la constancia."


Así fueron muchos los años en los que DanzAdy vio pasar a distintas bailarinas, en quienes la disciplina de la danza trascendió o en donde encontraron, al menos por un momento, un lugar de escape y diversión hasta su cierre en 2019, cuando Ady partió por motivos personales a Monterrey.


Nuevos escenarios


Actualmente se encuentra lista para recibir su diploma como maestra certificada de Danza Árabe por la ADS (Arabian Dance School) tras haber estado bajo la cátedra de Yousef Constantino.

Ady comparte que ha sido un “quitarse la venda de los ojos”, el aprender más sobre el folklore de la danza oriental, lo que ha despertado la curiosidad en la maestra de explorar otras vertientes de este arte de oriente.


“Llevo mucho tiempo fuera de la cátedra y me siento todavía un poquito tambaleante. Es una disciplina. La disciplina y la danza se van, si tú las dejas, se van. Tienes que seguir teniéndolas contigo.”


Para Ady no es suficiente la experiencia ya obtenida:

“Malacostumbrarse a ser maestro no es bueno. Uno siempre tiene que ser alumno. Tener esa humildad (…) porque vengo a aprender. No lo sé todo.”

Asimismo, la maestra complementa sus aprendizajes y comparte que pertenece al Kazafy Troupe México, del maestro Mohamed Kazafy, prestigiosa compañía egipcia que ha conformado un elenco de bailarinas en nuestro país para entrenamiento y selección con el fin de formar en un futuro un cuerpo de baile. Ady está lista para los entrenamientos en mayo de este año en miras de presentarse en Nuevo Vallarta con esta agrupación.

“Dicen las colegas que es muy exigente [refiriéndose a Kazafy].”



Ady terminó un capítulo en su transitar por la danza en Tlaxcala cuando cerró DanzAdy, tuvo que detener sus an-danzas por algunos meses y ahora se encuentra lista y muy entusiasmada por comenzar, descubrir y/o redescubrir nuevos aprendizajes en la danza oriental.

Comments


Historias del día

  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
bottom of page