Columna de opinión | Amalia Solís Reyes | Filoletras
30 de Mayo de 2023
Luis Estrada, director de la reciente película ¡Que viva México! Es reconocido por su carrera en el cine mexicano de crítica social, podemos ver su trabajo en La Ley de Herodes (1999), El infierno (2010) o La dictadura perfecta (2014). Las películas nos presentan una representación vívida y auténtica de la sociología contemporánea de México. A través de un humor característico y situaciones satíricas, explora realidades fundamentadas en la ficción, lo cual nos obliga a confrontar directamente nuestra propia realidad como mexicanos.
En su último estreno percibimos una crítica indirecta al gobierno en turno, aunque no tan mordaz como las anteriores, por medio de sus personajes encontramos una “mexicanidad” incómoda de ver ya que nos recuerda a los típicos vecinos problemáticos, sino es que incluso a nuestras propias familias. La película, pues, trata de una jóven de clase media alta proveniente de una familia de escasos recursos en un pueblo remoto. El conflicto comienza cuando el protagonista, junto con su mujer e hijos, se ven en la necesidad de visitar a sus parientes para poder reclamar la herencia de su difunto abuelo, sin embargo, no será fácil salir ya que los parientes son retratados como parásitos codiciosos.
Debo decir que la película fracasa rotundamente como una crítica política ya que sólo se queda con un puñado de chistes clasistas, racistas (no sé decir si también transfobicos), donde atacan a primera vista a la clase baja. La conclusión que muchas personas sacan es demasiado negativa, “¡Que Viva México! es un filme obsoleto, reaccionario y narcisista que intenta criticar a través de un discurso blando…”, “Parte de la crítica ha destacado el racismo y clasismo de la película que utiliza personajes estereotipados para hacer chistes…”, son algunas reseñas que vemos cuando buscamos la película en el buscador y, la verdad, tienen razón.
Sin embargo, hay una parte rescatable de todo esto, que probablemente no fue la intención del director: la película fracasa como crítica política, no cumple las expectativas de una comedia, es muy larga y tediosa, que en cada parte (digamos que en cada sueño de Pancho Reyes se hace una parte) va estresando más al espectador, lo cual no es nada bueno para sus fines pero no hay muchas películas mexicanas que transmiten tales sensaciones en el espectador; provoca una catarsis artística diferente a lo que el cine comercial nos tiene acostumbrados. Además, podría tomarse como una buena crítica a la codicia humana, a la pereza, ambición, y a esa cuestión, que ya nos menciona Octavio Paz en El laberinto de la soledad, de la afición del mexicano por las fiestas.
Sí exhorto a los aficionados al cine a ver esta película ya que creo tiene un mérito valioso que puedan compartir conmigo mas no creo que deban verla con la expectativa que el director, Luis Estrada, ha creado de esta puesto que como comedia y crítica los decepcionará bastante. Yo creo que deben esperar algo más cercano a Mother! de Darren Aronofsky pero con menos simbología y profundidad.
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