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Agustín Arrieta y su pintura costumbrista decimonónica

El pintor José Agustín Arrieta nació el 19 de agosto de 1803 en Santa Ana Chiautempan Tlaxcala, pero se le reconoce como poblano al crecer en la ciudad de Puebla, mismo lugar que fallecería a los 71 años de edad el 22 de diciembre de 1874. Su familia se mudó a la ciudad cuando el pintor tenía 4 años. Donde crecería en un ambiente de guerra, al surgir una lucha armada entre dos bandos políticos que duraría 11 años: los insurgentes y los realistas en el movimiento de la Independencia de México; para luego vivir en un post-independencia sumergida en un cambio social, político y económico, realidad que después reflejaría en sus pinturas.


El pintor José Agustín Arrieta

A temprana edad le interesó la pintura, por ello, ingresó a la Academia de Bellas Artes de Puebla. Una institución en la que encontraría la enseñanza y el aprendizaje de artistas de renombre, como los dibujantes Julián Ordoñez, Lorenzo Zendejas, Salvador del Huerto y José Manzo; ellos tendrían un estilo más religioso y neoclásico para pintar los retratos y los paisajes mexicanos. Al igual que sus profesores se centraría en los retratos y en la realidad de Puebla decimonónica; siglo en la que continuaría la diferencia en las clases sociales, creencias, costumbres, gastronomía, entre otros.


La realidad de Puebla del siglo XIX los reflejaba en las pinturas de bodegones, en las imágenes de santos, en los retratos, entre otras. Todo este concepto lo plasmó en un estilo costumbrista, más conocido como “Pintura de género”, un movimiento surgido en 1836 para la mexicanización de la literatura propuesta por la Academia de Letrán. El movimiento alcanzó su culmen en 1890 llegando a extenderse en las distintas áreas artísticas que abordan temas costumbristas, enfocados en expresar el paisaje de las regiones, el estilo de vida, la vestimenta, el comportamiento y el pensamiento de una determinada sociedad.


Con un estilo costumbrista pintaría retratos de personajes reconocidos o privilegiados entre la sociedad. Por ejemplo, pintó al militar “Ignacio Zaragoza” y a la familia del “General Don Felipe Codallos” (1838). También, llegó a plasmar personajes populares de la época, por ejemplo: la China poblana, el soldado, los ambulantes, el clérigo, el borracho, entre otros estereotipos. Otro tipo de retratos fueron los religiosos, como la pintura en óleo en la que retrató al “Arcángel San Rafael" (1841).


El resto de las pinturas de óleo tratan de la vida cotidiana de los ciudadanos y de la naturaleza muerta. Algunos ejemplos son la “Tertulia de pulquería” (1851), “Bodegón” (1860),“Cuadro de comedor” (1857 -1859), “Alegoría de las artes y oficios” (1874), entre otros. La “Tertulia de pulquería” consiste en siete personas de clase baja disfrutando de la comida: un vaso de cerveza, pulque y un plato de memelas con salsa roja. El “Bodegón” resalta por utilizar tonos fríos y por la textura de la fruta y del conejo. El “Cuadro de comedor” es una pintura de colores fríos y cálidos, en el que se observa los utensilios de cristal trasparente o de color verde, la fruta y las flores. Y la “Alegoría de las artes y oficios” como su nombre lo indica representa distintos oficios señalados con ciertos objetos representativos, como un libro significando la escritura, un violín y trompeta indicando la música, un caso en la cabeza de una dama representando la milicia.



Pintura el "Bodegón"

Gran parte de la pintura costumbrista de José Agustín Arrieta permanece en el Museo Amparo en Puebla Zaragoza, un lugar público donde sería observable su temática, técnica y estilo característico. También puede ser apreciada en el Barrio del Artista en Puebla, en la sala que lleva su nombre, y en su estado de procedencia se encuentra el Centro Cultural Chiautempan José Agustín Arrieta en Santa Ana Chiautempan. Estos lugares culturales recuerdan que sin importar su procedencia, fuese tlaxcalteca o poblano aún es recordado por su legado lleno de textura, sentimientos, creencias de una cultura decimonónica. La línea del Movimiento Costumbrista la representó a su máxima expresión, en la que plasmó la cultura, el contexto, la gastronomía, los personajes populares y las vivencias.


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